Hoy he vuelto a la dehesa.
He cruzado la “portera” antes de que las estrellas quedaran eclipsadas por el amanecer. Todo está en silencio y sólo el suave susurro de la hierba seca al quebrarse bajo mis botas rompe el silencio de la noche.
Me dirijo a la charca donde tengo montado el “escondite”, para cuando llego las primeras luces del alba empiezan a aparecer por el horizonte.
La espera se hace eterna; en la charca sólo se mueven algunas tortugas y el canto de las ranas comienza a inundarlo todo.
Empiezo a pensar que me ha dado plantón y hoy no quiere bailar conmigo… pero al final vuelve, ella siempre regresa, fiel a su cita.
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