Aguililla calzada Hieraaetus pennatus
Un ligero sonido, un destello fugaz y alza el vuelo con algo entre las garras.
Se ha posado allí lejos. Dejo que el coche se deslice lentamente por la pendiente, sin arrancar el motor. Me mira y continúa con su almuerzo; logro ponerme más cerca y preparo la cámara. Sabe que estoy allí pero no parece importarle.
Yo contengo la respiración mientras saco el objetivo por la ventanilla. No se va y durante 40 minutos me deleita con su presencia.
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